Seres orgánicos y mecánicos nos muestran la ciencia en el cine.

El Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya es, sin duda, el más científico entre todos los que ya poseen una sólida trayectoria. En él se acerca la ciencia al espectador desde infinidad de puntos de vista: científicos locos, monstruos producto de mutaciones genéticas, desastres naturales, robots, tecnologías del futuro… La edición que acaba de terminar no sólo ha ofrecido mucho y bueno de lo que el público aficionado al cine fantástico requiere, sino que, además, ha elegido como leit motiv del festival el concepto de inteligencia artificial aprovechando el décimo aniversario de la película del mismo nombre dirigida por Steven Spielberg.

Desde el primer día del evento la ciencia ha inundado las pantallas. La inauguración corrió a cargo de Eva, opera prima del antes estudiante de Matemáticas Kike Maíllo, en la que profundiza en las relaciones entre seres humanos y robóticos dentro de 30 años con una cuidada documentación del equipo que incluyó la asistencia a jornadas robóticas y entrevistas a científicos. El próximo día 28 de octubre ya se podrá ver en toda España esta historia que antes de convencer en Sitges ya recibió buenas críticas en Venecia tras ser exhibida fuera de concurso. La inteligencia artificial no sólo se pudo disfrutar en el celuloide, sino también en el seminario del experto en robótica Hiroshi Ishiguro o en la cartelería protagonizada por geminoides, incluido el suyo propio.

Toda precaución es poca. En «Contagio» el espectador podrá ver los entresijos de una epidemia y mucho más.

Si el cine fantástico y de terror tiene tantos adeptos y se manifiesta bajo innumerables temáticas y formatos es porque sueños y miedos forman parte de nuestras vidas, como la ciencia. Porque lo más inquietante de Contagio es que podría pasar en cualquier momento y la mayor verdad que muestra Womb es que los avances científicos y la sociedad no avanzan al mismo ritmo. Una de las sorpresas del festival, sin embargo, ha sido un documental: Project Nim. James Marsh, ganador del Oscar por Man on Wire, muestra la vida de un chimpancé que desde su nacimiento en 1973 fue criado por una familia humana para ser utilizado como especimen en estudios del lenguaje.

Las películas, además de mostrarnos aspectos científicos, nos acercan a investigadores de todo pelaje: desde el oportunista profesor Herb Terrace de Project Nim hasta la joven y apasionada paleontóloga en The Thing que acepta irse a la Antártida de un día para otro sin negociar ninguna condición laboral, pasando por el ministro volcanólogo de Target en la Rusia de 2020, obsesionado con las propiedades positivas y negativas de los minerales que su ministerio se encarga de extraer de la Tierra para mayor gloria y prosperidad económica de su país.

Sin embargo, como he escuchado en más de una Tesis Doctoral, lo más importante de un trabajo científico no son las respuestas que consigue, sino las preguntas que plantea. Eso es lo que ocurre con la cinta Apollo 18 promocionada por los hermanos Weinstein como producto del montaje del material gráfico real recopilado por la misión que debería haber seguido a Apollo 17 y que, oficialmente, nunca se llegó a realizar. A pesar de saberse a estas alturas que para alcanzar el resultado deseado contaron con los servicios del director Gonzalo López-Gallego, el influjo de esta película permanece, no sólo por mostrarnos de una forma tan verosímil el terror en el espacio, sino por la oportunidad que supone para reflexionar acerca de los objetivos y metodología de la carrera espacial.

Aunque el festival haya terminado hasta el año que viene, las películas permanecen en el espectador a modo de emociones, interrogantes y conocimientos. Por ello, en Feedback nos acompañarán en los próximos meses para ayudarnos a responder y plantear preguntas y aprender nuevos conceptos diseccionándolas con nuestro propio método científico. Esperemos que sigan emocionándonos como la primera vez a pesar del “desguace”.