Aprender a ser viejo, aprender a vivir

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Arrugas (Ignacio Ferreras, basado en el cómic homónimo de Paco Roca, 2011) España

Emilio y Miguel observan la mejor de las instalaciones de la residencia en la que el  primero acaba de ingresar.

Arrugas, a pesar de tener como tema principal la enfermedad de Alzheimer y la vejez es una película en la que todos aprendemos. Sin embargo, en la historia es Miguel, el compañero de habitación de Emilio, nuestro protagonista, quien acaba asimilando la gran lección de su vida.

La enfermedad de Alzheimer constituye la forma más común de demencia, aunque el diagnóstico concluyente de la enfermedad sólo se puede realizar post-mortem mediante la tinción histológica de tejido cerebral para visualizar las placas beta amiloides y/o ovillos de proteína tau, responsables de la neurodegeneración cerebral.

Los síntomas iniciales (leve pérdida de memoria, disminución de la capacidad para realizar tareas sencillas y problemas con el lenguaje) pueden confundirse con los de un cuadro clínico de, por ejemplo, estrés, déficit de vitamina B12, tumor cerebral o depresión. Un análisis del paciente que permita descartar el resto de patologías junto con técnicas de adquisición de imagen como la tomografía axial computarizada (TAC) o la resonancia magnética nuclear (RMN) que permitan visualizar una atrofia cerebral significativa pueden proporcionar un diagnóstico útil para los médicos. Actualmente se está trabajando en técnicas no invasivas que permitan un diagnóstico precoz y preciso de la enfermedad, como por ejemplo el proyecto denominado Alzheimer 3π que desarrollan principalmente investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

En un estadio intermedio, denominado demencia moderada, se pierde la capacidad de reconocer personas y objetos, disminuye la capacidad de realizar tareas rutinarias y aparecen episodios de cambios en la conducta, por ejemplo muestras puntuales de agresividad. Es en este momento en el que comienza la historia de Arrugas.

Emilio, un antiguo director de banca, se vuelve inmanejable para su familia y acaba en una residencia de ancianos por decisión de su hijo, que no de su nuera. En este momento de la enfermedad los responsables de la residencia todavía no le trasladan a la planta de arriba, donde están los enfermos terminales de la residencia, entre ellos, los pacientes de Alzheimer. No reconoce a su nieto durante la visita navideña, no recuerda dónde pone sus cosas y a veces no recuerda que es viudo, pero todavía se mimetiza entre sus compañeros de la planta baja gracias a su amistad y ayuda, pero también gracias a que los procedimientos de diagnóstico y seguimiento de la enfermedad no están totalmente establecidos.

Una de las cosas más tristes y crudas de la historia no es sólo observar el deterioro de Emilio, sino también la situación en la que muchas personas alcanzan la tercera edad. Esto da mucho que pensar en un estado del bienestar que nunca ha llegado plenamente a los años en los que necesitaremos más ayuda y que dada la situación actual de crisis no hace más que negar un final digno para los que tienen la suerte o la desgracia de llegar a ser mayores.

Emilio se mimetiza entre sus compañeros de la planta baja gracias a su amistad y ayuda, pero también gracias a que los procedimienros de diagnóstico y seguimiento de la enfermedad no están totalmente establecidos.

Cuando Miguel le hace el primer tour a Emilio por la residencia le cuenta que la piscina no se usa jamás, que sólo es para mostrarla a quienes pagan las facturas, que son los verdaderos clientes de la residencia, no los ancianos que viven allí. Emilio siempre ha sido un gran nadador y se propone utilizar la piscina, pero pospone sus sesiones de natación hasta la primavera. Aun mostrando cada vez más signos de la enfermedad, Emilio no se resigna a ser enterrado en vida y se zambulle en la piscina en pleno invierno tras una discusión con Miguel. Aprende que no puede posponer las cosas buenas de la vida que aún le quedan y se apoya en su compañero para seguir adelante aun estando en su situación. Seguir adelante significa en su caso poder darse chapuzones y evitar en todo lo posible subir a la planta de desahuciados.

La película avanza con el deterioro de nuestro protagonista, acelerado por una catastrófica circunstancia que le lleva a recibir cirugía, y por tanto anestesia, contingencia que suele agravar los procesos de demencia. A partir de este momento ya no hay lenguaje ni movilidad, sólo una respuesta a las muestras de afecto que encuentra a su alrededor.

La vida, en realidad, es tal cual nos muestra Arrugas: llena de amor, humor, sufrimiento y decepción, pero en este caso en la fase de la vida en la que somos más vulnerables. Además de ofrecer al público una reflexión sobre lo que significa tener la enfermedad de Alzheimer y, sobre todo, hacerse mayor, es una excelente oportunidad para hacernos pensar hacia dónde va nuestra sociedad si en lo primero en lo que se recorta el presupuesto del Estado es en investigación y en ayudas para las personas dependientes. Gracias a Emilio, Miguel aprendió y cambió de actitud ante sus compañeros. Quizá nuestros dirigentes nunca aprendan, por eso debemos ser nosotros los que nos metamos de una vez en la piscina poder seguir hacia adelante.

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