Dallas Buyers Club (reseña científica)

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Dirigida por Jean-Marc Vallée y protagonizada por Mathew McConaughey, Jared Leto y Jennifer Garner y ganadora de tres premios Oscar (mejor actor principal, de reparto y mejor maquillaje con sólo 250,dólares de presupuesto), Dallas Buyers Club nos transporta unos veintinueve años atrás.

Estamos en junio de 1985 contemplando las andanzas de Ron Woodroof, un electricista tejano aficionado a los rodeos, a las mujeres y a las drogas y un poco homófobo en cuya vida se ha inspirado la historia. De repente le diagnostican síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), puesto que está infectado con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH).

Hacía un año apenas que se había aislado el VIH y no hay un tratamiento disponible para los enfermos, es decir, un diagnóstico de SIDA era una sentencia de muerte, a lo sumo se están empezando ensayos clínicos con AZT (zidovucina o azidotimidina), un inhibidor de la retrotranscriptasa del virus, la enzima que le permite reproducirse una vez dentro de las células que infecta. Esta enzima es exclusiva de algunos virus, los retrovirus, la cual necesitan porque su material genético no es ADN como los seres vivos en sentido estricto y el resto de virus, sino ARN, la molécula intermediaria entre lo que está escrito en los genes y su traducción a proteínas. Una especie de albarán de la información genética.

El AZT ya se había probado en los años sesenta como una posible terapia contra el cáncer, pero su ineficacia y su toxicidad lo metieron en un cajón hasta que en los ochenta se comenzó a buscar terapias contra el SIDA. En aquella época se diseñó un ensayo in vitro, es decir, en cultivos celulares de linfocitos T coadyuvantes, principal diana del VIH. Tras probar varios fármacos el AZT se mostró efectivo.

Woodroof en ese momento sólo tenía una opción: entrar en un ensayo clínico que probase la eficacia del AZT. Pero el azar es la clave en investigación en humanos, es decir, no sabía si le iba a tocar en el grupo que recibiría el fármaco o al que sólo se le administraría placebo.

Como el ansia de supervivencia de nuestro protagonista no le permite dejar nada al azar, se las apaña para conseguir terapia como sea y compra todo tipo de fármacos que no están aprobados en Estados Unidos. Y no sólo para su consumo personal. En realidad no llega a vender ninguna medicina a otros enfermos, sino que crea un club en el que se paga por pertenecer a él, y en el cual se regalan los tratamientos. Este “modelo de negocio” ya se estaba llevando a cabo en otros lugares de Estados Unidos, como por ejemplo, Nueva York.

Muchas de las cosas que tomaban eran, aparte de fármacos con un principio activo determinado, vitaminas, zinc o ácidos grasos esenciales, lo cual ayudaba un poco a mejorar, además de que en el caso de Woodroof comenzó a tener unos hábitos de vida más sanos. Es decir, estos clubs, a pesar de utilizar fármacos no aprobados aumentaron la supervivencia en muchos casos, aunque bien es cierto que también entorpecían los ensayos clínicos y estudios realizados en los hospitales.

En mi opinión, lo más interesante de la película es la contraposición de la investigación médica, que necesita unos resultados fiables y que requiere sus tiempos y sus normativas para favorecer a una colectividad, frente a la desesperación de enfermos en particular que no tienen tiempo. Esta confrontación ocasiona que estos clubs interfieran en muchos casos con los estudios que se realizaban en los hospitales. Si se toman fármacos que no controlan los médicos que monitorizan los ensayos clínicos los resultados no pueden ser fiables y no se puede llegar a una conclusión acerca de la efectividad de la terapia que se quiere probar. En este sentido la película no creo que sea maniquea, aunque, eso sí, no hay que olvidar que la película está enfocada desde el ángulo de Woodroof.

El AZT, este primer fármaco aprobado contra la infección por HIV en 1987, se sigue utilizando en la actualidad, aunque combinado con otros retrovirales, lo que se denomina Terapia AntiRetroviral de Gran Actividad (TARGA) y a dosis mucho más bajas de las que se administraban en los primeros tratamientos. Ahora se ha logrado cronificar la enfermedad con estas combinaciones de antirretrovirales y se están investigando nuevas terapias más efectivas y que sean capaces de no requerir constante medicación de por vida.

Puesto que todavía no existe ni parece que vaya a existir por mucho tiempo una vacuna efectiva contra el HIV, principalmente a causa de la alta tasa de mutación del virus, lo más importante es la prevención de esta enfermedad que se transmite por la sangre y las relaciones sexuales.

PELÍCULAS RELACIONADAS

  • Philadelphia (Jonathan Demme, 1993). La primera gran producción de Hollywood con el SIDA como temática principal, aunque con otra perspectiva diferente, tanto por la naturaleza del protagonista como por la época en la que la película fue realizada.
  • Medidas extraordinarias (Tom Vaughan, 2009). Un caso casi más problemático que el de Woodroof. Un padre crea empresa biotecnológica para acelerar la investigación y conseguir tratamiento para sus hijos con enfermedad de Pompe o glucogenosis tipo II, una enfermedad rara cuya incidencia es menor de uno entre cuarenta mil nacimientos.
  • How to survive a plague (David France, 2012) Documental nominado a mejor largo documental Oscars 2013 que todavía no se ha estrenado en España. Aborda la lucha de diversos colectivos para la búsqueda de un tratamiento y la mejora de las condiciones de vida de los enfermos.

Si has visto la película o no te importa conocer gran parte de información (sobre todo científica) que contiene Dallas Buyers Club antes de verla puedes escuchar el podcast que realizamos Raúl Cornejo, Manuel Sánchez Angulo y yo misma destripando la película:

 

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